En la construcción de edificios con sótanos era bastante habitual en los años 60 y 70 y anteriores, el uso de los llamados barrenos. Voladuras que durante su detonación interrumpían el tráfico por el lugar de la obra.
El barreno propiamente es el agujero en la piedra donde se introducía el explosivo que rompía luego la roca al detonarse. Así que se producía una explosión ruidosa. Y por si algo fallaba se interrumpia en el momento de la detonación el tráfico por la zona afectada.
En el momento presente la rotura de rocas mediante explosivos sonoros está en desuso, utilizando materiales expansivos que actúan durante horas por la noche y rompen la piedra. Al día siguiente seguía la máquina pica pica (martillo hidráulico) rompiendo piedra que luego sería recogida por la pala.
El martillo sigue siendo una máquina ruidosa que desespera a los vecinos por su machaqueo insistente. Y bastante traumatizante en obras largas que conllevan semanas de perforación en subsuelos pétreos.
En muchos edificios públicos o de servicios se hace preciso en la actualidad la construcción de plantas subterráneas de aparcamiento. Y con frecuencia de tres y cuatro sótanos. Si el terreno encontrado es duro ya tenemos la fiesta montada y las quejas vecinales garantizadas.
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